Es la noticia que nos presentaban hace unos días muchos periódicos españoles. Y es cierto que la situación económica que estamos viviendo tiene su reflejo en todas las facetas de la vida cotidiana.
Hasta una cuarta parte de la población de este país asegura que duerme peor que el año pasado. Uno de cada cinco encuestados confiesa que lo que más dificulta su reposo son los problemas laborales y el miedo al paro, más aún que las preocupaciones de familia y salud, que habían estado por encima hasta ahora.
Según un sondeo realizado entre más de un millar de personas a lo largo de 2010 sobre hábitos de sueño, "cualquier situación de crisis social causa mayor estrés para grandes grupos de población y no es aventurado decir que al menos el insomnio transitorio ha podido aumentar", asegura el doctor Antonio Vela, profesor de Psiquiatría de la Universidad Autónoma de Madrid y responsable del Laboratorio del Sueño Humano.
El especialista ha precisado que un 30% de la población tiene al menos alguna de las manifestaciones propias del insomnio, aunque el considerado crónico se sitúa alrededor del 10%. Irritabilidad, fatiga y falta de concentración son sus primeras consecuencias, aunque a la larga aumenta el riesgo de tener enfermedades más graves como la hipertensión, la diabetes y la depresión.
Las características que presentan tanto los jóvenes como las personas en la mitad de la vida, que aún no padecen insomnio, pero que tienen vulnerabilidad para sufrirlo en situaciones de estrés son: facilidad para activarse, cavilar mucho y mucha actividad cognitiva -pensamientos- antes de dormirse.
El responsable del Laboratorio del Sueño subraya que un elemento frecuente de los insomnes es la tendencia a "internalizar las emociones", es decir, a no expresarlas adecuadamente.
Sacristán recomienda la práctica de ejercicio físico y las plantas medicinales de dispensación farmacéutica que, a diferencia de los fármacos de síntesis o químicos para dormir, como hipnóticos o ansiolíticos, "no producen efectos secundarios, como la somnolencia diurna, que tantos accidentes causa durante el día, ni dependencia".
Según una investigación publicada en la revista Canadian Journal of Psychiatry, el consumo de fármacos de síntesis para dormir o aliviar la ansiedad se asocia con un aumento del 36% en el riesgo de muerte prematura, lo que se atribuye a que afectan al tiempo de reacción, agilidad y coordinación y, por tanto, propician los accidentes, además de agravar ciertos problemas respiratorios.
Desde la psicología debemos recordar que los únicos tratamientos sin efectos secundarios y con contrastada eficiencia son la reducción del tiempo de sueño, los programas de higiene del sueño, la intención paradójica y las técnicas de relajación; todas ellas abordadas desde la psicología cognitivo-conductual.
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