A la hora de planificar el nacimiento de un bebé quizá habría que pensar en traer al mundo a los niños en los meses con más luz solar. Se sabe que las personas nacidas en invierno tienen un mayor riesgo de sufrir problemas psiquiátricos, que incluyen desde la típica depresión invernal a otros más graves como la esquizofrenia o el trastorno bipolar. En la revista «Nature Neuroscience», científicos de la Universidad Vanderbilt (Estados Unidos) proporcionan la primera evidencia en mamíferos de que las estaciones tienen un efecto persistente en los ritmos circadianos o el reloj biológico. Este reloj interno nos dicta, entre otras cosas, cuándo debemos despertar y dormir y ejerce también un efecto directo en nuestro estado de ánimo y en la salud.
Las conclusiones se basan en un experimento realizado con crías de ratón. Pero no eran unas crías cualquiera, sino ratones transgénicos diseñados para producir una proteína fluorescente que permite monitorizar la actividad cerebral.
Más lentos en invierno
Los investigadores criaron a los roedores desde que nacían hasta el destete en ciclos de luz artificiales de invierno y verano. Después los mantenían en el mismo ciclo o en el opuesto durante 28 días. Una vez que maduraban, los ratones vivían bajo constante oscuridad para observar sus patrones de actividad.
Los nacidos en invierno eran más lentos en su actividad diaria, con independencia de si se habían mantenido en un ciclo de luz invernal o cambiado al de verano. Cuando los científicos examinaron los relojes biológicos descubrieron un patrón similar: una ralentización en los ratones nacidos invierno. La impronta afectaba tanto a la conducta como al ciclo de las neuronas que regulan el reloj biológico.También se observó peor adaptación a los cambios de luz en los nacidos en épocas de menor luz. Los investigadores, entre los que se encuentra el biólogo Douglas McMahon, creen que la estación del año de nacimiento afecta a nuestra personalidad. «Suena a Astrología, pero no lo es: ¡Es biología estacional!».