domingo, 25 de marzo de 2012

La cocaína y el cerebro adolescente: Nuevos conocimientos sobre la adicción

Cuando se expuso por primera vez a la cocaína, el cerebro del adolescente inicia una fuerte reacción defensiva diseñada para minimizar los efectos de la droga, la Universidad de Yale y otros científicos han encontrado. Ahora, dos nuevos estudios realizados por un equipo de Yale identificar los genes claves que regulan esta respuesta y demostrar que interfiere con esta reacción aumenta considerablemente la sensibilidad de un ratón a la cocaína. Los hallazgos podrían ayudar a explicar por qué aumentan el riesgo de abuso de drogas y la adicción de manera tan dramática, cuando el consumo de cocaína se inicia durante la adolescencia.
Los resultados fueron publicados en el 14 de febrero y el 21 de febrero de números de la revista Journal of Neuroscience.
Los investigadores, incluyendo los que están en la Universidad de Yale han demostrado que la vulnerabilidad a la cocaína es mucho mayor en la adolescencia, cuando el cerebro está cambiando de una fase de crecimiento explosivo y de plástico para más estables y refinado conexiones neuronales propias de los adultos. Estudios anteriores en la Universidad de Yale han demostrado que las neuronas y sus conexiones sinápticas en la forma de la adolescencia cambio la primera vez que expuestos a la cocaína a través de vía molecular regulado por el gen de la integrina beta 1, que es crucial para el desarrollo del sistema nervioso de los vertebrados.
Esto sugiere que estos cambios estructurales observados son, probablemente, de protección de la neuro-vias, un esfuerzo de la neurona para protegerse cuando se expuso por primera vez a la cocaína", dijo Anthony Koleske, profesor de biofísica molecular y bioquímica y de la neurobiología y autor principal de ambos trabajos.
En el último estudio, los investigadores de Yale informar cuando noqueó a esta vía, los ratones necesitan aproximadamente tres veces menos que la cocaína induce cambios en el comportamiento que los ratones con una vía intacta.
La investigación sugiere que la fuerza relativa de la vía de la integrina beta 1 entre los individuos puede explicar por qué algunos consumidores de cocaína terminan adictos a la droga, mientras que otros escapan a sus peores efectos, Koleske teoría.
"Si se va a llegar a ser totalmente insensible a la cocaína, no hay razón para buscar la droga", dijo.
La Universidad de Yale (2012, 21 de febrero). La cocaína y el cerebro adolescente: Nuevos conocimientos sobre la adicción. Consultado el 29 de febrero 2012, a partir de http://www.sciencedaily.com

viernes, 23 de marzo de 2012

Más psicoterapia y menos pastillas

Tras realizar un amplio estudio sobre salud mental, la OCU pide que la psicoterapia sea el tratamiento prioritario para los pacientes diagnosticados con ansiedad y depresión menor, reservando la medicación solo para los casos en que ha demostrado su utilidad.

La Organización de Consumidores y Usuarios ha realizado un estudio cualitativo sobre la atención que reciben en España las personas con depresión menor y ansiedad. Tras 34 entrevistas en profundidad a pacientes, médicos de atención primaria, especialistas en salud mental y gerentes de centros especializados, una de las principales conclusiones es que la mayoría de tratamientos recurre a la medicación.
Antidepresivos y tranquilizantes se prescriben en demasiados ocasiones, a pesar de que el tratamiento de elección para la ansiedad y la depresión debe ser la psicoterapia. 
Diferentes estudios señalan que entre un 20% y un 25% de los ciudadanos sufrirá un problema de salud mental. En una gran proporción de casos este trastorno estará relacionado con el estado de ánimo. La psicoterapia no es una alternativa generalizada y se ofrece a pocos pacientes.
Quienes llegan a ser atendidos sufren una lista de espera de entre 2 y 4 meses. También hay grandes diferencias territoriales en la atención que se presta en los distintos centros. Pese a todo, los pacientes que reciben psicoterapia se muestran más satisfechos.
La OCU considera que en muchas ocasiones existe un gran retraso hasta llegar al diagnósticodefinitivo, lo que puede provocar tanto un tratamiento inadecuado como pérdida de tiempo y recursos. El impacto en el entorno personal y social de los afectados es indudable. La OCU entiende que el coste de la generalización de la psicoterapia se vería ampliamente compensado con la reducción de las bajas laborales por ansiedad y depresión. 
Además de la mejora en los tratamientos de la ansiedad y depresión menor a través de la psicoterapia, la OCU cree que es necesario: 
  • Concienciar a los pacientes sobre el uso responsable del sistema sanitario y explicarles que cualquier dificultad vital no tiene por qué solucionarse médicamente. 
  • Promover entre los profesionales (médicos y especialistas en salud mental) una administración responsable de los fármacos, ajena a las presiones de los pacientes, la industria o la falta de tiempo. La atención de la ansiedad y la depresión menor debe ir en la línea que marca la Organización Mundial de la Salud, siguiendo las evidencias científicas actuales: la psicoterapia es más efectiva y los fármacos solo son útiles en casos contados.
  • Mejorar la dotación de los centros de atención primaria, como primera parada de un número creciente de personas con dificultades para enfrentar los problemas de la vida cotidiana. 
  • Formar a los médicos de atención primaria para mejorar sus habilidades en técnicas de entrevista y escucha. 
  • Acercar a los especialistas de salud mental a los centros de atención primaria. 
  • Terapias de grupo y talleres en el primer nivel de atención, ya que pueden ser útiles y menos costosos que los individuales, para enseñar a relajarse, elaborar el duelo, afrontar el estrés, dominar el insomnio, etc. 
  • La especialización del personal de enfermería para administrar una parte de estas enseñanzas, mejorando así la eficiencia del sistema.


martes, 20 de marzo de 2012

Los Niños que se Niegan a ir a la Escuela

El asistir a la escuela generalmente es un evento excitante y agradable para los niños pequeños. Para algunos esto conlleva intenso miedo o pánico. Los padres tienen motivo de preocupación cuando el niño regularmente se siente enfermo o pide quedarse en la casa y no ir a la escuela con quejas físicas menores. El no querer asistir a la escuela puede ocurrir en cualquier momento, pero es más común en los niños de 5 a 7 y de 11 a 14 años, momentos en los que los niños están bregando con nuevos retos en la escuela elemental o intermedia. Estos niños pueden estar padeciendo un temor paralizante por tener que dejar la seguridad de la familia y del hogar. Es muy difícil para los padres hacerle frente a este pánico infantil y a la negación de asistir a la escuela, pero estos temores pueden tratarse exitosamente con ayuda profesional.

El negarse a ir a la escuela aparece generalmente después de un período en el que el niño ha estado en la casa en compañía de su mamá o papá y se ha apegado a ellos, por ejemplo, después de las vacaciones de verano, de los días de fiesta, o después de una breve enfermedad. Puede también suceder después de un evento que le produzca estrés, tal como la muerte de un familiar o de una mascota, un cambio de escuela o una mudanza a un vecindario nuevo.

El niño se puede quejar de dolores de cabeza, de garganta o de estómago justo antes de la hora de irse a la escuela. La enfermedad se mejora cuando se le permite quedarse en la casa, pero reaparece a la mañana siguiente antes de ir a la escuela. En algunos casos, el niño se niega por completo a salir de la casa. Como el pánico surge al dejar la casa, y no por estar en la escuela, el niño por lo general está tranquilo una vez que está en la escuela.

Los niños con un temor irrazonable a la escuela pueden:
  • sentirse inseguros si se quedan solos en un cuarto
  • demostrar apegamiento excesivo en su comportamiento
  • demostrar una preocupación o temor excesivo acerca de sus padres o de que puedan hacerse daño
  • ser la sombra de su madre o de su padre en la casa
  • tener dificultad para dormirse
  • tener pesadillas
  • tener un temor exagerado a los animales, monstruos y ladrones
  • temer quedarse solos en la oscuridad
  • pueden tener rabietas severas cuando se les obliga a ir a la escuela
Tales temores son comunes entre los niños con el problema de ansiedad por la separación. Los efectos potenciales a largo plazo (ansiedad y desórden de pánico al llegar a adultos) pueden ser muy serios para un niño con ansiedad por la separación persistente y que no recibe ayuda profesional. El niño puede desarrollar serios problemas escolares y sociales si deja de ir a la escuela y de ver a sus amigos por mucho tiempo debido a los miedos y la ansiedad.

Cuando los temores persisten, los padres y el niño deben de consultar con un profesional de la salud mental capacitado, quien trabajará con ellos para desarrollar un plan para hacer regresar de inmediato al niño a la escuela y a otras actividades. Los niños mayores o los adolescentes que se niegan a ir a la escuela padecen por lo general de una enfermedad más grave y a menudo requieren un tratamiento mas intensivo.

El miedo irracional y el pánico de dejar la casa/padres e ir a la escuela se puede tratar con éxito.

lunes, 12 de marzo de 2012

La desinhibición online o por qué somos tan groseros en internet


Hace tiempo que el lema “don’t feed the troll” –literalmente, “no alimentes altroll”– se extendió entre blogueros, administradores y autores de contenidos en internet para reivindicar una consigna clara: practicar la indiferencia ante los llamados trolls, aquellos que acuden a foros, chats y post de comentarios en internet con el único objetivo de crear confrontación.
La red, en efecto, está repleta de intercambios indiscriminados de improperios, exabruptos anónimos sin razón aparente e interminables discusiones entre usuarios que son de todo menos edificantes. Si algo está claro a estas alturas de la cultura 2.0 es que los seres humanos somos menos amables en línea que en persona y más proclives a la ofensa, la grosería y el mal gusto de lo que invitaba a pensar el entusiasmo con que emprendimos en los años noventa aquel proyecto tan bonito de la autopista de la información. Autores como John Gabriel –que lo bautizó como GIFT, Greater Internet Fuckwad Theory– Karen Kleiss y especialmente, el psicólogo John Suler, que le dio el nombre de efecto de desinhibición online, han estudiado su naturaleza y localizado sus causas entre algunos de los mecanismos más básicos de la interacción humana.
1. Invisibilidad
¿Quién no ha escrito alguna vez en internet “jajaja” sin hacer siquiera una mueca de risa? ¿Quién no ha utilizado un smiley para implementar una frase, porque sin un gesto facial–y en eso es en lo que consiste un smiley– ésta resultaba confusa?
El anonimato en internet es sólo una ilusión
Ese pequeño portento que es nuestro cerebro no se diseñó para hablar con alguien sin verlo u oírlo físicamente. Cuando utilizamos un foro, un chat o un post de comentarios nos dirigimos a personas virtualmente invisibles. Si lo hacemos sin problema es gracias a nuestra inteligencia adaptativa, pero aun así hay pequeños cambios en cómo nos hablamos los unos a los otros. La comunicación no verbal tiene un peso fundamental cuando hablamos con los demás, y tan importante como controlarla en la realidad cotidiana lo es controlarla en internet. Si prescindimos del smiley y de otros recursos no estrictamente verbales –en un contexto virtual formal, por ejemplo– tendremos que ser capaces de expresar con exactitud no sólo lo que queramos decir, sino cómo queremos decirlo.
Esta sensación de invisibilidad también lleva a muchas personas a caer en la ilusión del anonimato: si no me ves, soy una persona anónima. Y ejercen con despreocupación algunas de sus ventajas –la impunidad, por ejemplo, o la exención de responsabilidad– sin pensar que, en realidad, ese anonimato es sólo una ilusión.  
2. Anonimato disociativo
En los comentarios de un vídeo de Youtube sobre una famosa cineasta española –que no enlazaremos–, el más amable es el que dice que “Este tipo de personajes me revuelven el estómago”. Muchos otros comentarios contienen exabruptos, insultos machistas y hasta amenazas precedidas de la alusión al propio criterio –“en mi opinión es una perra”, podemos leer– como si nuestra desafección por un personaje nos diese legitimidad para vejarlo públicamente.
Todos dejamos un rastro de migas en internet
El internauta piensa que en internet, nadie le conoce. Es algo favorecido por la invisibilidad de nuestros contertulios pero también por las propias convenciones de la red, que en la mayor parte de las ocasiones no obligan a la inscripción con el propio nombre, sino bajo un seudónimo. Algunas personas parten de la noción de que nadie les conoce para comunicarse en internet de forma diferente a como lo hacen en el día a día –superando la timidez, por ejemplo–, mientras que otras no tienen inconveniente en saltarse las más elementales normas de la convivencia –la educación, la expresión amable o el trato respetuoso hacia los demás– creyendo que su identidad está a buen recaudo. Aunque respetar al prójimo es más una convicción personal, no hay que olvidar que todos dejamos un rastro de migas en internet al final del cual está nuestra identidad: la IP de nuestra conexión o nuestras cookies, por ejemplo. Ni que, por supuesto, el derecho al propio honor es una figura legal tan vigente en internet como en cualquier otro sitio.
3. Solipsismo y proyección
Todos hemos leído en foros, chats o comentarios frases como “tú y los que sois como tú”, “yo a estos me los conozco a todos” o “el autor de este contenido es” de tal o cual manera. Y cuando descubrimos que Esponza Aguirre, el alter ego paródico de Esperanza Aguirre en Twitter, es en realidad un hombre, muchos nos llevamos una sorpresa. ¿Por qué?
Como no vemos al interlocutor, tendemos a reconstruirlo
La ausencia de referentes visuales en nuestro interlocutor –y el desconocimiento de las características en que acontece su emisión comunicativa– tiene otra consecuencia: tendemos a reconstruirlo en nuestra cabeza. Cuando leemos un mensaje de otra persona sin tener idea de su edad, su sexo, su aspecto o su extracción sociocultural no podemos evitar imaginárnosla y, a la hora de responderla, utilizar esta imagen reconstruida para dirigirnos a ella. Es una necesidad humana porque, como se ha indicado, nuestra psique lleva muy mal eso de no conocer, ver u oír a su interlocutor.
Tenemos que ser conscientes, no obstante, de que la persona que imaginamos tiene mucho más que ver con nosotros que con ella misma: es un personaje basado en el estereotipo al que dotamos de atribuciones según sean nuestras expectativas, deseos y miedos. No podemos hacer otra cosa, lógicamente, más allá de tener presente que una cosa es aventurar las características de personas o hechos que desconocemos y otra muy distinta, darlas por sentado. Muchos internautas que incurren en el comportamiento antisocial lo hacen porque, en realidad, asumen por tajantemente ciertas cosas que en realidad no lo son –y proceden incluso a negar que lo sean–.
4. Asincronismo
Internet es un medio de comunicación asincrónico: la interacción no ocurre en tiempo real, sino con largos intervalos de tiempo entre una pregunta y una respuesta o entre una frase y su reacción. Esto afecta a nuestra inhibición, ya que a veces dejamos mensajes sólo porque su receptor no lo leerá inmediatamente, dándonos tiempo a huir. En este tipo de actitudes abundan quienes llegan a una web, dejan un mensaje crudo u ofensivo y jamás vuelven para comprobar cuáles han sido las reacciones –lo que más que un hecho comunicativo es un ejercicio de exhibicionismo o una simple catarsis verbal–. El asincronismo, no obstante, sí puede favorecer comportamientos no tan reprobables: es el retardo lo que permite a muchas personas elaborar mensajes más complejos o mejor expresados que los que suelen emplear en la comunicación verbal, lo que siempre enriquece el discurso.
5. Imaginación disociativa
Pensamos en la red como si no fuera un medio comunicativo, sino un espacio
Es muy significativo que con frecuencia nos refiramos a internet como “ciberespacio” o “mundo virtual”: pensamos en la red como si en lugar de tratarse de un medio comunicativo o un soporte documental, fuera un espacio. Uno paralelo, en todo caso, o disociado del real, que como lugar que es –virtual, pero lugar a fin de cuentas– obedecería a su propio código de conducta. Muchas personas de ordinario educadas y amables en su vida social cultivan una personalidad distinta en internet, a veces sólo ligeramente, a veces radicalmente, pues no le conceden a la red más importancia a efectos comunicativos de la que tendría un videojuego o una realidad virtual.
6. Minimización de la autoridad
Hace sólo unos días, el mensaje que un usuario de Twitter le dirigía alhumorista y presentador Andreu Buenafuente le reprochaba que “no contestaba a los tweets” porque, según el usuario, tal no le reporta alshowman ningún rédito. En realidad, críticas como ésta son constantes en la red social del pajarito, donde muchos usuarios se sienten frustrados porque sus ídolos no les atienden cuando hacen por llamar su atención.
La invisibilidad, el anonimato o pensar en internet como si fuera una realidad paralela da pie a un fenómeno curioso: con frecuencia, el estatus de las personas no se traslada a sus identidades en internet. Los seres humanos somos animales gregarios y, como tal, pensamos y nos organizamos siempre en términos de superioridad o inferioridad –social, política o intelectual–. Por alguna razón, no obstante, hay quien piensa que internet se sustrae de este comportamiento que aunque pueda sonar severo, no es más que pragmático. 
Esto fomenta el tratamiento desde la informalidad, por ejemplo, prestar poca atención a la sintaxis y la ortografía o la desaparición de las fórmulas de cortesía, cuando no otros comportamientos verbales completamente imprudentes. Muchos internautas pretenden conseguir una respuesta de su ídolo ideológico –un autor, por ejemplo, o un político– o artístico sin percatarse de que ese ídolo tiene cientos de mensajes similares al día; otros pretenden emprender una confrontación con ellos y sólo consiguen indiferencia, inconscientes de que en la vida real –y fuera de las instituciones previstas al efecto– las personas desconocidas normalmente no se tratan entre sí para debatir. En general, muchos reaccionan con frustración ante la indiferencia, lo que da pie a la agitación pública del propio enfado. 


domingo, 11 de marzo de 2012

Fobia

Una fobia es un miedo intenso y persistente de las situaciones, objetos, actividades o personas.



El principal síntoma de este trastorno es el deseo excesivo, irracional para evitar el tema se temía.
Algunos terapeutas utilizan la realidad virtual o ejercicio de visualización para desensibilizar a los pacientes a lo temido.
Para más información sobre el tema de la fobia , lea el artículo completo en Wikipedia.org , o ver los siguientes artículos relacionados:

lunes, 5 de marzo de 2012

Las 10 cosas que te amargan la vida


La búsqueda de la felicidad ha sido una de las principales preocupaciones del ser humano desde que tomamos conciencia de nuestra existencia. Su estudio fue uno de los pilares de la ética en Grecia y ha sido, y sigue siendo, una preocupación fundamental de filósofos y psicólogos. Aunque el debate nunca se apagó del todo, la psicología recogió el testigo de la filosofía y enfocó los estudios sobre la felicidad desde un punto negativo. Los psicólogos se centraron en estudiar los aspectos patológicos del ser humano y se olvidaron de los aspectos positivos, de estudiar aquello que nos hace más felices. 
La psicología positiva es una nueva corriente de pensamiento que estudia las bases del bienestar psicológico y de la felicidad. Covadonga Chaves,miembro de la Sociedad Española de Psicología Positiva, cree que nuestra sociedad está equivocada sobre el concepto de felicidad. En su opinión, “la felicidad no es algo que se pueda alcanzar, no es una meta, es un estado, una emoción”. La psicología positiva pide un cambio de concepto: la felicidad es algo que se debe cultivar día a día, no una meta absoluta.
Para ser más felices tendremos que reforzar los aspectos positivos de nuestra vida y erradicar los negativos. Estas son las diez causas más comunes de la infelicidad que deberemos combatir para ser más felices.
1.  La envidia
La envidia, y por extensión los celos, es una de las causas más comunes de la infelicidad. Por lo general, somos envidiosos al ver como los demás logran metas que nosotros no hemos conseguido alcanzar, lo que provoca en nosotros una frustración. Si tu amigo tiene éxito, celebra su victoria como propia. Si tu enemigo tiene éxito, recuerda que los celos son contraproducentes e  inútiles y se limitan a extender el poder del enemigo sobre ti. Chaves recomienda, en cualquier caso, buscar relaciones positivas y evitar aquellas amistades conflictivas que provocan frustración y malestar. En definitiva: “Hay que rodearse de personas que te hagan sentir bien”.
2. La manía persecutoria
Es la sensación de estar siendo perseguido por fuerzas incontrolables. En ocasiones esto se convierte en una enfermedad, llegando a causar esquizofrenia, pero en la mayoría de los casos se trata de la sensación puntual, o transitoria, de que “todo el mundo está en contra tuyo”.  Es un clásico en los niños, generalizado en el eterno “la profe me tiene manía”, pero muchos adultos lo padecen a diario en menor o mayor grado. La solución de esta causa de infelicidad pasa por reconocer que la persecución es irrelevante, ya que sólo uno mismo controla el resultado de su vida.
Todas las personas encuentran obstáculos en su camino; el éxito y el fracaso dependen de la capacidad de cada uno para superar los obstáculos, no de las fuerzas incontrolables que, supuestamente, nos ponen la zancadilla. Los seres humanos tenemos una creencia básica sobre el mundo, queremos que sea justo, también con nosotros. Cuando nos encontramos con experiencias negativas tendemos a pensar que “el mundo está contra nosotros”, algo que no deja de ser un pensamiento paranoico.  
3. La negación de responsabilidades
La capacidad de asumir responsabilidades, según explica Chaves ,se conoce en términos psicológicos como “el control”, y es una necesidad básica del ser humano cuya ausencia provoca infelicidad. No podemos controlar todo lo malo que nos sucede, pero sí controlar cómo reaccionamos a esas cosas malas. Escurrir el bulto y “hacer como que nada ha pasado” es una decisión, además de cobarde, poco acertada. Negar la responsabilidad sobre algo que hemos hecho incorrectamente solo acrecienta nuestra infelicidad, así como el hecho de no reconocer que algo malo nos ha pasado. Hay que enfrentarse a los problemas.
4. El perfeccionismo     
Aunque todos queremos hacer las cosas lo mejor posible, hay momentos en los que nos colocamos metas demasiado altas. Por muy buenos que seamos, no todo puede ser perfecto. Si nuestras expectativas son demasiado elevadas siempre fracasaremos y seremos infelices. La perfección es, en la mayoría de los casos, inalcanzable y nunca resulta necesaria.
5. El razonamiento excesivo
El razonamiento excesivo es una de las causas más comunes de la infelicidad. “Comerse el tarro” o “rallarse” son las expresiones coloquiales más utilizadas para expresar un problema habitual:  la tendencia a sobredimensionar determinados problemas. El hombre tiene una asombrosa capacidad para razonar pero a veces esta habilidad se vuelve en nuestra contra. Si llegamos a la conclusión de que un problema no puede ser solucionado a base de lógica y razón, lo mejor es dejarlo pasar.
Hay que encontrar un equilibrio entre lo emocional y lo racional. Las personas impulsivas tienden a no pensar antes las cosas, pero las personas demasiado racionales necesitan actuar más y pensar menos.
6. El negativismo
El negativismo es la principal causa de una de las enfermedades más extendidas en la sociedad moderna: la depresión. No hay vuelta de hoja: todo lo que nos rodea puede tener una lectura en negativo. Si no buscamos una lectura optimista de las cosas la infelicidad nos acompañará en nuestro día a día.
Chaves nos da un consejo: “Por cada cosa negativa que nos ocurre podemos encontrar tres positivas, así podremos escorar la balanza hacia el lado de la felicidad”.
7. La percepción negativa de las acciones ajenas
En la sociedad actual tendemos a concebir las acciones de las personas con las que tratamos como una amenaza a priori. Si alguien llama a la puerta de nuestra casa lo primero que pensamos es que va a intentar vendernos algo que no queremos. Esto se puede trasladar a todas las facetas de nuestra vida y es algo muy común en algunos lugares de trabajo, dónde se crean climas propicios para pensar que todos nuestros compañeros quieren  ponernos la zancadilla. Hay una gran diferencia entre la ingenuidad y la desconfianza continua y no hace falta situarse en los extremos. Siempre que sea posible, hay que dar a la gente el beneficio de la duda.
8. La baja autoestima
Es esta una de las causas más estudiadas de la infelicidad. Si no sabemos valorarnos a nosotros mismos como lo que realmente somos, sin prejuicios, siempre habrá algo de que culparnos y, por lo tanto, nunca seremos felices. Elevar la autoestima pasa por reconocer nuestros logros y cualidades positivas. 
9.  La baja autoeficacia
La autoeficacia es un término psicológico de reciente creación, articulado por el doctor Albert Bandura en 1977. Consiste en la confianza y convicción de que es posible alcanzar los resultados esperados para cada meta propuesta. Para superar la baja autoeficacia es necesario dominar las habilidades necesarias para alcanzar cada objetivo propuesto. En definitiva: todas las metas, mientras sean realistas, son alcanzables mediante la práctica y la constatación de que es posible lograr los objetivos propuestos.
10. La ausencia de sentido vital
La búsqueda del sentido de la vida ha sido la principal preocupación de religiones y filosofías. La caída de las grandes ideologías y el declive de las religiones ha provocado una ausencia de sentido vital. Chaves recomienda plantearse cuestiones como "¿si hoy fuera el último día de mi vida haría lo que he hecho hoy? O "¿cómo me gustaría que me recordaran?" Hay que darle un sentido mayor a las cosas que realizamos a diario.