¿Cómo es posible que en el Reino Unido y en pleno siglo XXI muera un niño de cuatro años "como si estuviera en un campo de concentración"? ¿Cómo pudieron los profesores, los trabajadores sociales y los doctores pasar por alto un caso como el Daniel Pelka, que murió desnutrido, torturado y golpeado sistemáticamente por su madre y su padrastro, adictos a la heroína y empapados en alcohol?
"La muerte de Daniel pesa sobre nuestra conciencia", ha declarado hoy el viceprimer ministro británico, Nick Clegg, que no acaba de creerse cómo los abusos pudieron pasar inadvertidos a los ojos de quienes trataban a diario con el niño: "¿Cómo nadie dio la voz de alarma? ¿Cómo nadie fue capaz de hacer algo por él? Vamos a revisar a fondo este caso para evitar que abusos así puedan volver a ocurrir en este país".
Daniel Pelka falleció en marzo del año pasado, pero ha sido ahora, durante el reciente juicio en Birmingham, cuando su caso ha creado una auténtica conmoción. Su madre, Magdalena Luczac, 27 años, y su padrastro, Mariusz Krezelek, 35, ambos de origen polaco, han sido condenados a cadena perpetua por la muerte causada directamente por un golpe en la cabeza.
Uno de los expertos que examinaron su cuerpo desvalido y deforme admitió ante el juez que su aspecto, con las extremidades en los huesos, las costillas salientes y la columna vertebral encorvada, recordaba al de las víctimas de los campos de concentración nazi.
Pasó 33 horas muerto junto a su hermano
La madre y el padrastro se acusaron mutuamente de la muerte durante el juicio. Los dos reconocieron que el niño pasó 33 horas después de muerto en una cama, junto a su aterrorizado hermano mayor, antes de dar aviso a la policía.
El hermano ha revelado los abusos sistemáticos sufridos por Daniel sobre todo a manos de su padrastro, un ex soldado que castigaba constantemente al niño sin comer, o con baños de agua helada, o le sometía a la tortura conocida como la "bañera", con la cabeza sumergida... "Está temporalmente inconsciente porque casi le ahogo" escribió el padrastro a la madre el día de su muerte.
Durante el juicio ha salido a la luz que Daniel pasaba días sin comer y que robaba frecuentemente la comida a sus compañeros o rebuscaba en la basura para poder llevarse algo a la boca. Su hermano ha relatado que frecuentemente le castigaban días enteros en una habitación sin luz ni baño.
El padre biológico del niño, Eryk Pelka, admitió que estaba al tanto de la difícil relación entre Daniel y su padrastro, pero aseguró que no intuía el alcance de los abusos: "Es una tragedia que un pequeño ángel haya dejado el mundo de esta manera. Sólo deseo el mayor de los castigos para los culpables".
Peter Wahless, director de los Servicio Nacional para la Prevención de la Crueldad contra los Niños (NSPCC), pidió la apertura de una investigación en toda regla para determinar cómo un caso como el de Daniel Polka no pudo ser detectado por los servicios sociales: "Hay muchas preguntas cruciales que tendrán que ser respondidas para determinar por qué no funcionó la red de protección infantil. Todo parece indicar que Daniel llevaba meses sufriendo y estaba desapareciendo de esta vida ante los ojos de quienes le veían a diario o de quienes le trataron alguna vez en el hospital".