Son muchas las parejas que acuden a sesiones con problemas en cuanto a su relación. Por ello, planteamos a continuación información útil sobre cómo establecer relaciones de calidad.
Cuando queremos tener relaciones sanas, debemos saber que estas no se encuentran porque sí, sino que debemos construirlas. Estas están caracterizadas por el respeto, la confianza, la comunicación, el amor y el disfrute, entre otras cuestiones.
En 1988, Robert Sternberg formula la Teoría Triangular del Amor donde nos habla de los tipos de amor que existen y cuales son las variables que los componen en función del tipo de amor. Dichas variables son: la intimidad, el compromiso y la pasión.
Intimidad: implica la sensación de sentirse comprendido y de comprender al otro dentro de la relación.
Deseo: implica la percepción de querer mantener intimidad física con la pareja.
Compromiso: se refiere al hecho de construir proyectos en común, de mostrar implicación por ambos miembros en la construcción y mantenimiento de la pareja.
Este autor define hasta 7 tipos de amor, donde podemos encontrar el amor romántico (intimidad + pasión), el amor sociable (intimidad + compromiso) o el amor fatuo (compromiso + pasión), entre otros. Aunque para este autor, el amor ideal sería el amor consumado, compuesto por las tres variables descritas anteriormente (intimidad + pasión + compromiso).
Dentro de la idea que tenemos de amor, también existen ciertos mitos o creencias que dificultan el establecimiento de vínculos sanos. Algunos ejemplos podrían ser que “el amor todo lo puede” o “hay que sufrir por amor”. Cuando una relación nos hace sufrir, podemos definir este vínculo como “tóxico” o “dañino”, aunque no debemos catalogar a la persona con esta etiqueta, sino a la relación que entablamos con él o ella.
Las relaciones tóxicas o dañinas, suelen presentar ciertos elementos sobre los que debemos prestar especial atención. Entre estos se encuentra la dependencia emocional y la codependencia.
Podríamos definir la dependencia emocional como la incapacidad para funcionar adecuadamente sin la aprobación y el apoyo de la pareja, esto fomenta a medio-largo plazo el sentimiento de inseguridad, y supone una dificultad a la hora de dejar una relación por sentir un enganche o necesidad afectiva con esa persona, mientras que la codependencia sería la necesidad de ayudar y agradar al otro, sobre pensando constantemente lo que el otro miembro de la relación necesita.
Una de las características más comunes de una relación disfuncional es la intermitencia en el cuidado del vínculo por una o ambas partes, que crea adicción a la persona, por ejemplo:
Marta y Pablo mantienen una relación desde hace tres meses. A menudo Marta siente que Pablo no está del todo implicado en la relación como sí lo estaba al comienzo de esta. Ella siente que en ocasiones él la deja de lado y otras veces es muy efusivo. Esto hace que Marta sienta una montaña rusa de emociones.
La intensidad e intermitencia de estos estímulos es lo que genera esa “adicción” hacia la relación con Pablo (como cualquier otro tipo de adicción, como por ejemplo el juego). Es decir, Marta nunca sabe cuándo se producirá esta conducta positiva, la cual podemos entender como un refuerzo, que fomenta el mantenimiento de la relación. En conclusión, aunque en los momentos complicados Marta se replantee la relación, los momentos buenos crean la ilusión de que la relación merece la pena, fomentando esa adicción y dependencia emocional hacia Pablo, haciendo más complicada la ruptura.
A continuación, se incluyen una serie de recomendaciones para mantener relaciones sanas:(más personal)
Ser un equipo: las decisiones en la pareja deben tomarse de forma conjunta, no de manera impuesta. Es decir, ambos miembros de la relación deben estar conformes con los acuerdos tomados, por ello, se destaca la importancia de ceder, siempre que no se sobrepasen nuestros límites personales (por lo que es necesario conocer nuestros límites para no sobrepasarlos).
Respetarse y valorarse: es muy importante tratar los diferentes temas desde una perspectiva constructiva, es decir, sin la intención de herir al otro cuando se muestra disconformidad. Debemos trasladar las cuestiones que nos preocupan con la idea de construir soluciones conjuntas. Esto se aplica tanto al ámbito privado como al público, es decir, tanto a la intimidad de la pareja como cuando se encuentran con otras personas.
Confianza y conversación: Se destaca la importancia del espacio privado de cada individuo, entendiendo que aunque tengamos nuestro espacio en pareja no debemos descuidar nuestro ocio personal y otros vínculos ajenos a la pareja, como familia y/o amigos.
Disfrute: en las relaciones es fundamental que exista más bienestar que malestar, siempre que estas situaciones negativas no supongan un traspaso de los límites personales ni impliquen violencia. Se añade la importancia de pasar tiempo de calidad en pareja, es decir, dedicar tiempo a realizar actividades placenteras juntos y que aumenten la conexión de la pareja (noche de cine, cena romántica, paseo viendo la puesta de sol, etc.).
A modo de conclusión, se debe tener en cuenta que estas recomendaciones pueden ayudar a mantener unas buenas dinámicas de pareja, sin embargo, si creen que tienen dificultades en su relación no duden en acudir a un profesional de la psicología.
Referencias:
Sternberg, R. (1989). El triángulo del amor. Barcelona; Paidós.
Lara, L., Providell, L., & Labra, P. (2020). Relaciones sanas. Recuperado de https://www.researchgate.net/profile/Laura-Lara-11/publication/343583963_Relaciones_sanas_Guia_para_la_prevencion_de_la_violencia_en_las_relaciones_de_pareja_joven/links/5f32b0f692851cd302ef1185/Relaciones-sanas-Guia-para-la-prevencion-de-la-violencia-en-las-relaciones-de-pareja-joven.pdf
Esclapez, M. (2022). Me quiero, te quiero: una guía para desarrollar relaciones sanas (y mejorar las que ya tienes). Barcelona; Bruguera.
Colaboradoras con Latour Psicología