El concepto de transición vital va de la mano de los estadios o etapas en los que en los que la vida de una persona se secuencia. Durante el propio ciclo vital, todas las personas pasamos por periodos distintos que ponen a prueba nuestros procesos de adaptación y reorganización para reducir la desestabilización de las demandas de cambio que perturban el equilibrio entre el ambiente y el individuo, los cuales pueden suponer una transformación en la comprensión de nuestro entorno y sobre todo de nosotros mismos. Las transiciones son momentos vitales que actúan como puentes entre una situación anterior y otra posterior de cambio que pueden abarcar periodos extensos (Moratto et als. 2015).
Son periodos con un carácter condicionante sobre el futuro, la incertidumbre o las expectativas puestas en ellos, por lo que son de especial vulnerabilidad (Rausky, 2014) Harbottle y Bridges (2006) plantean unas fases en el proceso de transición exitoso, y son:
Fin, pérdida o necesidad de cambio en la situación de partida. Fase asociada a emociones de resistencia al cambio y la dificultad de aceptar que se están produciendo los mismos.
Zona neutral o periodo de moratoria. Siendo una fase puente en la que puede convivir el malestar y la incertidumbre con la apertura a nuevas posibilidades.
El nuevo comienzo. Fase cargada de perspectivas positivas que permite finalizar la transición con la recuperación del control sobre la propia vida.
Podemos diferenciar entre transiciones vitales normativas y no normativas. Las primeras hacen referencia a las que se pueden anticipar y son previsibles, porque vienen determinadas por normas sociales, culturales y/o institucionales. Los eventos no normativos o críticos son individuales e inesperados, como accidentes, despidos no previstos, ruptura de pareja como ejemplo. También se incluyen en este apartado eventos históricos que afectan a toda una cohorte (Krampen, 2013, Perrig-chiello y Perren, 2005).
Las transiciones relacionadas con la edad persisten en el imaginario social y conviven con políticas públicas y estructuras institucionales, aunque la flexibilización de los ciclos vitales y la reducción de los itinerarios personales hacen que la edad vaya perdiendo significación como característica central de los procesos de transición vital (Sepúlveda, 2013).
Veremos cómo los cambios asociados a la juventud difieren en relación a los de la vida adulta en aspectos importantes y hay que tenerlos en cuenta y tratarlos con la importancia que cada una tiene en cada caso concreto.
La juventud supone el tránsito hacia la vida autónoma constituyendo un momento crucial en la vida de las personas. Uno de los momentos a destacar es el paso de la escuela al mundo laboral, intentando no reducir la transición a la vida adulta a un mero proceso de inserción profesional. La configuración de la identidad y la gestión de las aspiraciones en distintos ámbitos forman parte de los aspectos críticos en esta etapa, no acotándolos necesariamente en cuestiones profesionales y/o laborales (Du Bois-Reymond y López, 2004).
Los primeros de los cambios en los que nos vamos a centrar hace referencia a la familia. La adolescencia se convierte en una etapa mucho más difícil que otras, no solo para el adolescente, sino para el resto del núcleo familiar. Jeffrey Arnett (1999) propone que la adolescencia se relaciona con tres aspectos claves:
Mayores niveles de conflicto con los padres.
Alteraciones del estado de ánimo.
Mayor implicación en conductas de riesgo.
No podemos olvidar que la familia no es un objeto pasivo sino un sistema activo. Toda tensión provocada por eventos internos o externos repercuten en el funcionamiento familiar. En este punto, la adolescencia es un periodo crítico donde las modalidades habituales de funcionamiento que hasta el momento han sido exitosas ahora resultan inadecuadas. Temas como el control y la autonomía deben renegociarse, de manera que se suceda el distanciamiento gradual del adolescente con la familia (Estévez y Musitu, 2016).
Ejemplos de transiciones vitales en la adolescencia y juventud:
Duelo al final de una etapa escolar con cambio de centro o fin de la etapa educativa.
Cambio de domicilio.
Separación de miembros de la familia, mudanzas, divorcios de los progenitores.
Ruptura con el grupo de amigos/as habituales.
Querer entrar en un mundo más adulto del que no forma parte, adquiriendo más libertades como llegar más tarde a casa, tener menos control por parte de padres, madres o cuidadores/as.
Descubrimiento de la sexualidad y la pareja.
Para concluir, indicar que en los últimos años la transición de la vida académica a la vida laboral ha sufrido un desplazamiento retrasando la edad a la que este cambio tiene lugar. Hasta hace poco hemos tenido un ciclo vital definido por la previsibilidad y las certezas, todo ello como consecuencia de la linealidad y la estandarización a nivel social. Ahora mismo hemos pasado a un recorrido vital marcado por la incertidumbre y la reversibilidad haciendo que enfrentarse a los cambios sea una tarea altamente exigente (Gonzalez y González, 2015,p. 30), dando lugar a que las transiciones vitales sean más inciertas, duren más tiempo y/o más frecuente,haciendo que sean más imprevisibles y generen una mayor inseguridad (Stauber y Walther, 2006).
Ramón Flores González
Psicólogo colaborador de Latour Psicología
Du Bois-Reymond, M., y López, A. (2004). Transiciones tipo yo-yo y trayectorias fallidas: hacia las políticas integradas de transición para los jóvenes europeos. Estudios de Juventud, 65, pp. 11-29.
Krampen, G. (2013). Subjective Well-Being of Children in the Context of Educational
Transitions. Europe's Journal of Psychology, 9(4), pp. 744–763.
Moratto Vásquez, N. S., Zapata Posada, J. J., & Messager, T. (2015). Conceptualización de ciclo vital familiar: una mirada a la producción durante el periodo comprendido entre los años 2002 a 2015. CES psicología, 8(2), 103-121.
Perrig-Chiello, P. y Perren, S. (2005). Biographical Transitions From a Midlife Perspective.
Journal of Adult Development, 12(4), pp. 169-181.
Rausky, M.E. (2014). ¿Jóvenes o adultos? Un estudio de las transiciones desde la niñez en sectores pobres urbanos. Última Década, 41, pp. 11-40.
Sepúlveda, L. (2013). Juventud como transición. Última Década, 39, pp. 11-39.
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